Hoy, 12 de julio de 2021, Cuba amanece distinta. Las calles que ayer fueron escenario de una gesta histórica todavía sienten el eco de los gritos de libertad. Miles de cubanos, desde Pinar del Río hasta Santiago, salieron espontáneamente a reclamar lo que les pertenece: su derecho a vivir en libertad, sin miedo, sin represión, sin las mentiras de un régimen que lleva más de 60 años oprimiendo a su propio pueblo.
Ayer vimos lo que muchos pensaron que jamás sería posible. Hombres, mujeres, ancianos y jóvenes se lanzaron a las calles con una valentía que desafió años de silencio impuesto. Los gritos de “Patria y Vida” y “Abajo la dictadura” no solo retumbaron en los barrios, sino que se escucharon en el mundo entero gracias a los videos que circularon antes de que el régimen bloqueara el acceso a internet.
En San Antonio de los Baños, el lugar donde comenzó esta explosión de dignidad, las imágenes fueron desgarradoras. Familias enteras se unieron para desafiar la represión, sabiendo que podían enfrentarse a golpizas, detenciones o incluso algo peor. Lo mismo ocurrió en Camagüey, en Holguín, en Matanzas y en tantos otros lugares que hasta ayer parecían condenados al silencio.
El gobierno reaccionó como era de esperar: con violencia. Tropas antimotines, brigadas de respuesta rápida y civiles armados por el régimen se lanzaron contra los manifestantes, golpeándolos, disparando gases lacrimógenos y arrestando a cientos. Pero ni siquiera eso logró detener el impulso del pueblo. Por primera vez en décadas, el miedo cambió de bando.
Hoy es un día de reflexión, pero también de acción. Lo que comenzó ayer no puede terminar aquí. Los cubanos han demostrado que están dispuestos a enfrentarse a una maquinaria represiva que siempre ha creído que puede aplastar cualquier atisbo de libertad. Ahora, más que nunca, es momento de mantener viva la llama de la resistencia.
