“Damir Ortiz: El niño que el castrismo condenó a muerte”

CUBA HOY

El pequeño Damir Ortiz, un niño cubano de apenas 10 años, falleció este sábado en la madrugada en Miami, Estados Unidos, tras una intensa lucha por su vida. Una lucha que, en condiciones normales, no habría sido tan desgarradora si no fuera por la negligencia criminal del sistema de salud castrista, herramienta al servicio de una dictadura inhumana que desprecia la vida de su propio pueblo.

Damir llegó a Miami el 12 de marzo de 2025 gracias a una visa humanitaria conseguida a contrarreloj por activistas como Diasniurka Salcedo y una comunidad cubana en el exilio que demostró más humanidad en días que el Estado cubano en años. El niño fue internado en el Nicklaus Children’s Hospital, donde recibió atención médica digna por primera vez. Aunque al inicio dependía de ventilación mecánica, su cuerpo empezó a responder: respiraba por sí solo, sus escaras sanaban y la inflamación cedía. Había esperanza.

Pero el daño ya estaba hecho.

Desde Cuba, Damir fue diagnosticado —erróneamente y con una rapidez sospechosa— con linfoma de Burkitt, uno de los peores tipos de leucemia. Los “especialistas” del Instituto de Hematología de La Habana lo desahuciaron y hasta lo dieron por muerto antes de tiempo. Negaron documentos, impidieron gestiones, obstaculizaron cualquier intento de salvarlo. Lo sentenciaron.

Una vez en Estados Unidos, los médicos descubrieron que no tenía linfoma alguno. Damir padecía neurofibromatosis tipo 1 (NF1), una condición genética manejable si se detecta y trata a tiempo. Pero eso no fue todo: también encontraron graves infecciones bacterianas pulmonares —como Klebsiella y Enterococcus— que nunca fueron diagnosticadas ni tratadas en Cuba. ¿Resultado? Un niño destruido por dentro, no por la enfermedad, sino por el abandono, el desprecio y el sistema podrido del castrismo.

Su madre, Eliannis Ramírez, denunció lo que ya muchos sabemos: los médicos en Cuba lloran falsamente mientras entregan diagnósticos al vapor. “Falsos, como el diagnóstico que emitieron en menos de 24 horas”, dijo. En realidad, lo único que querían era quitarse de encima una madre incómoda y un niño que representaba una carga para un sistema que prioriza la propaganda sobre la vida.

El dolor de esta pérdida lo resumió con crudeza y verdad la activista Avana de la Torre: “¡Vuela mi niño! Otra víctima del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) y de la mafia del Partido Comunista de Cuba (PCC)”.

Damir no murió solo por una enfermedad. Damir fue víctima de un sistema genocida que miente, niega, calla y mata. Un sistema que criminaliza el dolor y la esperanza, y que no dudó en poner obstáculos a una madre desesperada mientras le arrancaban a su hijo, poco a poco, sin anestesia, sin remedio, sin alma.

Que su historia no se olvide. Que su nombre resuene como un grito contra la tiranía. Y que su muerte no haya sido en vano.

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