La Manipulación de la Crisis Sanitaria Durante la Pandemia de COVID-19

ARTE LIBRE

Cuba enfrenta no solo una crisis sanitaria sin precedentes, sino también la manipulación descarada del régimen, que utiliza la pandemia como herramienta de control social y propaganda. Mientras el pueblo sufre la falta de medicamentos, hospitales colapsados y un sistema de salud al borde del abismo, el castrismo insiste en pintar un panorama de “éxito” para el consumo de su narrativa internacional.

La realidad, sin embargo, es desgarradora. En provincias como Matanzas y Ciego de Ávila, las imágenes de pacientes en camillas improvisadas y hospitales desbordados hablan por sí solas. Médicos exhaustos denuncian la falta de insumos básicos, desde oxígeno hasta medicamentos esenciales. Familias enteras han muerto debido a la negligencia y el abandono de un sistema que hace décadas dejó de priorizar la vida humana para convertirse en un instrumento más de la propaganda estatal.

En el momento más crítico de la pandemia, el régimen priorizó la exportación de brigadas médicas a otros países en lugar de atender la emergencia interna. Bajo el disfraz de “solidaridad internacional”, estas misiones se convirtieron en una fuente de ingresos millonarios para la dictadura, mientras el pueblo cubano agonizaba sin acceso a atención médica de calidad.

El cinismo del castrismo llegó a su máximo esplendor con la promoción de sus vacunas propias, Abdala y Soberana. Aunque estas fueron presentadas al mundo como “avances revolucionarios”, la realidad es que no contaban con la transparencia ni los estándares internacionales necesarios para garantizar su seguridad y eficacia. Aun así, el régimen las utilizó como una herramienta de propaganda, obligando a la población a vacunarse sin ofrecer alternativas.

El pueblo cubano respondió con valentía. Durante las protestas del 11 de julio, miles de personas denunciaron no solo la crisis sanitaria, sino también la incapacidad y el desinterés del régimen para proteger sus vidas. En vez de soluciones, el castrismo respondió con represión violenta, encarcelando a médicos que se atrevieron a hablar y silenciando a quienes denunciaron la verdad.

La pandemia desenmascaró una vez más las fallas estructurales del sistema cubano. Un modelo que durante décadas ha sido vendido como “ejemplo de salud pública” no pudo sostenerse frente a una emergencia real. Lo que quedó al descubierto fue un sistema ineficiente, corrompido y completamente desvinculado de las necesidades del pueblo.

El mundo debe abrir los ojos. Cuba no es un ejemplo a seguir; es una dictadura que juega con las vidas de su gente para mantener su poder. Y aunque el régimen intente ocultar la verdad, las voces de los cubanos seguirán alzándose, incluso en medio del dolor y la adversidad.

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