En su reciente artículo, Randy Alonso intenta defender la postura oficial del régimen cubano, acusando a quienes luchamos por una Cuba libre de ser opositores ideológicos sin base sólida y presentando al gobierno cubano como víctima de una supuesta campaña internacional de difamación. Sin embargo, es necesario aclarar los hechos y refutar los argumentos presentados.
1. La “campaña mediática” y la “falta de objetividad”:
Alonso menciona que existe una campaña mediática mundial contra Cuba, acusando al país de violar constantemente los derechos humanos. Este argumento, comúnmente utilizado por los medios controlados por el régimen, omite un hecho fundamental: la represión, las detenciones arbitrarias, la falta de libertades fundamentales y la censura son hechos verificables y no invenciones de los “enemigos de la revolución”.
Los medios que defienden al gobierno castrista están financiados y controlados por el propio régimen. Esto significa que no tienen la libertad de decir la verdad ni de exponer una crítica real al gobierno. La única información que pueden difundir es la que autoriza el Partido Comunista de Cuba. Por otro lado, nosotros, los medios independientes, enfrentamos censura, amenazas y represión, pero nos mantenemos firmes en nuestra misión de decir la verdad, sin ningún tipo de control gubernamental.
2. La lucha por la “verdad oficial”:
En el artículo, Alonso también menciona la importancia de difundir lo que él considera “la verdad oficial”, acusando a los medios opositores de ser parciales y sesgados. Sin embargo, la “verdad oficial” que propone el régimen no tiene cabida en un entorno de libertad de expresión. En un sistema democrático, la verdad debe estar sujeta al análisis crítico y a la pluralidad de voces, no a la censura estatal.
Es irónico que en un país que se autodenomina socialista y revolucionario, quienes desafían la narrativa oficial sean sistemáticamente silenciados, encarcelados o perseguidos. La verdadera libertad de prensa, la libertad de expresión y la democracia no pueden existir bajo una dictadura que niega el derecho a opinar y a informar sin represalias.
3. La crítica a los “enemigos del régimen” y la “división” en la sociedad cubana:
Alonso también sugiere que aquellos que se oponen al régimen están divididos y actúan por intereses personales o ideológicos, sin una causa común clara. Sin embargo, no es una cuestión de intereses personales o ideológicos; se trata de un principio fundamental: la libertad. La lucha por una Cuba libre no está motivada por un deseo de dividir, sino por la urgente necesidad de poner fin a un sistema que oprime, que viola los derechos humanos y que priva a los cubanos de las libertades más básicas.
Los que luchamos por una Cuba libre compartimos un solo objetivo: la libertad para todos los cubanos, sin importar su ideología. No nos detenemos, y siempre encontraremos formas de llevar nuestro mensaje al mundo. La lucha por la democracia y la justicia en Cuba no conoce divisiones ni fronteras ideológicas. La única división es entre los que defienden la opresión y los que defienden la libertad.
Conclusión:
Los medios que defienden al gobierno castrista no tienen la libertad de publicar la verdad. Están financiados por el mismo gobierno que los controla, lo que significa que su contenido está manipulado para servir a la narrativa oficial, sin importar la realidad de los hechos. En contraste, los medios independientes, como el nuestro, pueden publicar la verdad sin censura, enfrentando la represión y las amenazas, pero manteniendo firme nuestro compromiso con la libertad y la justicia.
La lucha por una Cuba libre no se detendrá. Los que estamos comprometidos con este objetivo seguiremos luchando, siempre encontraremos formas para llevar el mensaje de Cuba libre al mundo. No importa cuán dura sea la oposición, la verdad siempre prevalecerá.