Aunque no es cubana, Rosario Murillo, vicepresidenta y esposa del dictador nicaragüense Daniel Ortega, es una aliada clave del régimen castrista. Nacida el 22 de junio de 1951 en Managua, Murillo ha construido una figura política basada en el culto a su imagen, combinando un estilo excéntrico con una mano de hierro que refuerza la dictadura nicaragüense.
Murillo y Ortega han mantenido una relación estrecha con los Castro, compartiendo estrategias represivas y apoyo mutuo en foros internacionales. Su liderazgo en Nicaragua refleja muchas de las tácticas utilizadas por el castrismo, incluyendo la persecución a opositores, el control de los medios de comunicación y la supresión violenta de protestas.
La represión en Nicaragua
Bajo su mando, Murillo ha dirigido campañas de persecución contra activistas, periodistas y opositores políticos. Su retórica, marcada por un tono agresivo y despectivo, ha legitimado actos de violencia y violaciones de derechos humanos cometidos por fuerzas policiales y paramilitares.
En 2018, durante las protestas masivas contra el régimen de Ortega-Murillo, miles de nicaragüenses fueron asesinados, heridos o encarcelados. Rosario Murillo desempeñó un papel central en la coordinación de la represión, utilizando su control sobre la propaganda estatal para justificar la brutalidad y silenciar a las víctimas.
Conclusión
Rosario Murillo es un ejemplo de cómo las dictaduras en América Latina se apoyan mutuamente para perpetuar sus sistemas de control. Su vínculo con el castrismo y su participación activa en la represión de su propio pueblo la convierten en una figura clave en la red de autoritarismo que oprime a millones en la región.